El pasado día 20 tuve que asistir a la celebración de una de las jornadas más destacadas de la '
' que Cibeles pone en manos de los jóvenes diseñadores españoles más prometedores del momento. Puesto que nunca en mi corta carrera como periodista había tenido una ocasión de cubrir un acto así, fue toda una oportunidad para darle un nuevo impulso a mi, de momento, escaso currículum, además de toda una experiencia.
Sin embargo, no es la intención de esta entrada hablar de moda ni de mi carrera, sino

que me limitaré a detallar con pelos y señales cómo ha sobrevivido entre tanta gente
fashion,
cool y súper
hot una pardilla
mainstream como yo. O sea.
Para empezar, el recinto estaba plagado de
pijas,
locazas y
metrosexuales en unas proporciones de 50%, 40% y 10% aproximadamente. No es que tenga nada en contra las pijas, las locazas y los metrosexuales, Dios me libre, pero sí que he de decir que me sentí, ciertamente, un pelín
rara avis. Demasiado normal. Demasiado plebeya. Como he dicho, demasiado
mainstream. Y es que no puede ser de otra manera cuando alguien que viste de
Zara,
H&M y
Bershka se ve de golpe sumergida entre los
Victorio&Luchino,
Devota y Lomba,
David Delfín,
Ángel Schlesser,
Balenciaga y
Jesús del Pozo. Nada bueno puede salir de ahí. Además, aunque pijas, locazas y metrosexuales por separado y de uno en uno pueden resultar personas encantadoras y amabilísimas, cuando se juntan todas forman un cóctel explosivo de
glamour del que es imposible salir sin escaldarse.
Además que como iban todos divinos de la muerte, mi vestimenta resultaba demasiado normal (aunque, a mi modo, yo también iba
fashion). A ver si me explico bien: En caso de eventos así, no se trata de ir arreglada. Es decir, olvídate de la clásica camisa blanca, los pantalones de pinzas negros y los tacones que te pondrías pa

ra ir a una entrevista de trabajo. Ni de coña. Porque por mucho que creas que vas adecuadamente vestida, NUNCA se va adecuadamente vestida a un acto de esta clase. Para encajar en este tipo de lugares y situaciones lo que se ha de hacer es intentar
romper tus prejuicios y esquemas establecidos y dar rienda suelta a tu imaginación artística, porque solo de esta manera se consigue la perfecta simbiosis con el entorno que te acoge. Es decir, hay que ir disfrazada.
Sí, sí, disfrazada. Tenéis que pensar en aquellas cosas que os poníais en la adolescencia y que años después descubrirstéis que eran una horterada y combinarlas con la ropa más llamativa que tengáis. Se llama excentricidad, pero funciona. Por ejemplo, esa minifalda
hippy del Rastro con los vaqueros rotos de hace cinco años y la camisa de leopardo de vuestra madre. Y si queréis darle un toque de sobriedad, le añadís una americana negra que haga juego con vuestros zapatos y listo. En cuanto a vosotros, podéis probar a poneros un jersey de lana de esos de los puestos de los peruanos (que son bien amplios) tres tallas más grande, y un par de zapatillas deportivas (¡ojo!, una de cada color). No lo digo de broma: Allí ví a un hombre con un jersey de punto que le llegaba hasta los tobillos. No me lo estoy inventando... de verdad... ¡Lo juro!, ¡con estos ojos míos lo ví!
Repito, llevaba un jersey de punto que le llegaba HASTA LOS TOBILLOS. ¿Me oís?
¡¡¡HASTA LOS TOBILLOS!!!Vale, vale, quizás no sea para tanto. Lo que pasa es que soy una paleta que casi, casi acaba de salir de su pueblo y no entiende mucho de moda. Además, llevar jerseys hasta los tobillos no convierte a la gente en mala persona. Muy bien, quizás debería hablaros del agua. O mejor dicho, del
agua del lujo embotellada, concepto que hasta hace una semana no existía en mi cabeza: ¿Qué tal si os digo que repartían botellas gratis de "
agua ultra-premium de glaciar encerrada en una bóveda de hielo creada en la glaciación sucedida hace más de 10.000 años y procedente de la remota y ecológicamente protegida región costera de la hermosa Columbia Británica, en Canadá"?, ¿y si os digo que "
la pureza única del hielo del glaciar derretido le proporciona su distintivo y delicioso gusto"?, ¿y que "
cada gota es recuperada con sumo cuidado de una fuente que solo es accesible desde el océano con la misma pureza que el glaciar"?, ¿y que es "
ideal para maridar con platos suaves, pastas, arroces, pescados y carnes blancas, así como con espirituosos de gran lujo"?
En definitiva, agua de lujo para gente de lujo.
Por eso, cuando se trata de estar rodeado de gente de lujo y siendo tú la única representante del "
mondo plebe", lo que te puede pasar es que, por ejemplo, estés comiendo y alguien, sin la menor atención, apoye el borde su bolso encima de tu estrecha mesa. O que el grupo de amigos de esa misma persona vaya ganándote cada vez más terreno y te veas obligada a desplazar ligeramente el cuerpo para que quepas mejor. O que, sin ir más lejos, vayan y apaguen
SUS cigarros en
TU cenicero sin importarles si lo estás usando tú o si quieres que lo usen. O que encima no se molesten en apagar bien el cigarro de manera que el humo empiece a "comerte" la cara. O que les digas que si pueden apagarlo (ahí no pude evitar que se me escapara el tonillo de borde
espantamoscones-de-discoteca) y pasen de ti. Ejem, ejem. Que menos mal, digo yo, que no me dio el ataque en plan "
Un día de furia".
De todas formas, probablemente lo que me pase es que todavía necesito aprender muchas cosas. Cosas tales como las normas básicas de la falsa educación, un montón de vocabulario
in con el que enriquecer mi ya de por sí descuidado léxico castellano, estét

ica antitética, despersonalización, frivolidad afectuosa, técnicas de aumento de agenda social y paciencia, mucha paciencia.
Por el momento no tengo nada más que añadir al respecto. Si habéis llegado hasta el final de vuestra lectura, permitidme que os adivine los pensamientos: Esta entrada está plagada de prejuicios. Eso es lo que ibáis a decir ¿verdad que sí? ¿Qué os esperabáis, un análisis sociológico profundo? ¿Ahora que creo que le estoy empezando a pillar el truco a esto de frivolizar? Pues va a ser que no.