martes, 16 de diciembre de 2008

Cómo tocarle las narices a una camarera

No sé si clasificar esto en el grupo "anécdotas graciosas sobre la crisis económica", pero reirme, me reí un rato el otro día. Fue una estampa muy ilustrativa:

El caso es que fui con un par de amigos a una cafetería de una marca chocolatera muy famosa, que está en pleno centro de Madrid, donde por cada tacita te sacan un ojo de la cara más un riñón y un pulmón. Yo hubiera ido a un sitio más como yo, más humilde... o por qué no decirlo, más cutre y más de barrio; pero no lo decidí yo, así que acabamos allí (y me invitaron, con lo cual no estuvo nada mal).

Pues la cosa es que vino la camarera a tomarnos nota y tras pedirle cada uno lo suyo, va y pregunta: "¿alguna cosa más?", y una amiga mía contesta: "sí, un vaso de agua, por favor". Al cabo de un momento viene a traernos lo que habíamos solicitado pero sin vaso de agua. ¡Vaya!

Después de un buen rato, tras habernos tomado y requetechupado nuestras respectivas tazas, como seguíamos con nuestros culos pegados a los asientos y el lugar estaba a tope, empezaron las miraditas de reojo hacia nuestra mesa, y yo les dije a mis amigos: "en breve nos van a venir a echar, ya lo veréis".

Pues efectivamente, un rato después llega la misma camarera y nos pregunta:

- ¿Desean alguna cosa más?
- No, gracias. -Digo yo.
- Sí, ¿nos trae la cuenta, por favor? -Dice el chico.
- Muy bien. -Responde la camamera.

Y entonces, justo antes de girarse para ir a por la cuenta, va y salta mi amiga, toda inocente ella y sin ninguna doble intención:

- ¡Ah sí!, sí que quería otra cosa...
- ¿Sí? -Responde la camarera, pensando que íbamos a seguir consumiendo.
- ¿Me puede traer un vaso de agua, por favor?

Ni qué decir que aquello quedó, como poco, ruin y tacaño (aunque no fuera la intención). Sobre todo teniendo en cuenta que los otros dos amigos que estábamos ahí soltamos una carcajada tremanda al instante. Pobre camarera. Pero eso sí, encuentro que fue muy representativo de la situación actual.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Je,je,je...
:) Lo cierto es que fue una lección contra las prisas de este establecimiento. Como muy bien ha dicho Tania, la camarera venía una y otra vez para preguntar con ánimo de echarnos, pues había cola.
Y claro, ya que pregunta pues con el chocolate... entra sed.
:)
Je,je,je, Tania me ha hecho ilusión leer tan detallada crónica de nuestras aventuras.
¿Saben tus lectores que publicabas en La Vanguardia?
Besos, wapa.