sábado, 26 de julio de 2008

Robots que aman

De entre todas las películas que he visto últimamente, y especialmente entre las de animación, Wall-E es una de mis favoritas. La última vez que disfruté de verdad una entrada de cine fue hace unos meses, aquí en Edimburgo, viendo Be Kind, Rewind, y realmente parece que tienen que pasar periodos de muchos meses para que tal fenómeno vuelva a producirse, puesto que habituamente me quedo con la sensación de haber tirado el dinero (como me pasó con la última de Indiana Jones, p. ej.).

Sin embargo, Wall-E valió la pena. La verdad es que es raro que Pixar me decepcione y, además, por el precio que pagas por disfrutar de sus pelis en la pantalla grande te llevas un corto de antemano de regalo -algún día he de escribir una entrada sobre ellos-. Mejor que en las promociones de detergentes.

¿Pero cómo explicar por qué me ha gustado tanto sin desvelar el argumento? La cuestión es que esta peli, además de hacer rabiar a los neocons americanos -algo que siempre me causa satisfacción- es de esas historias, que yo diría, te enseñan "cosas bonitas". Quizás suene muy mal si digo simplemente que esta llena de buenos valores porque recuerda un poco al típico sermón de curas y monjas, pero es que es verdad.

El caso es que mientras veía la película sentía como se me encogía el corazón en un puño como me pasaba cuando leía aquellos cuentos tan tristes de Oscar Wilde en los que estatuas de príncipes, gigantes o enanos daban su vida por los demás movidos simplemente por el sentimiento del puro amor. El mismo sentimiento que hace que Wall-E persiga a su amada Eva hasta una galaxia lejana y arriesgue todo por ella, mientras su vez, y sin quererlo intencionadamente, colabora con una causa superior. La película es ante todo tierna, pero al mismo tiempo parodia los excesos y la comodidad de la vida moderna mientras consigue sacarnos una sonrisa -o una risa- de la boca. Además, existen numerosos pequeños detalles en ella que sirven para hacer reflexionar al espectador.

Y sí, es ecologista.

Sinceramente no sé qué temen tanto los neocons de una peli como ésta. ¿Quizás su propia extinción? Y es que sus fantasmas van a acabar algún día prohibiendo que los niños aprendan cosas que ahora nos parecen tan obvias como los valores humanos. Esperemos que estas paranoias no acaben algún día conviritiendo la Tierra en el basurero futurista que se recrea en la película.

2 comentarios:

Samu dijo...

Vaya, suerte la tuya que ya la has visto!
ç
SErvidores tienen que esperar un par de semanas aún!

PD: uno, que es niño disney, la espera como agua de mayo, y estamndo pixar detrás sabe que no le va defraudar!

:D

Samu dijo...

Ya la vi...
no tengo palabras...