martes, 18 de agosto de 2009

Reflexiones matutinas.


En agosto, hasta los músicos del metro están de vacaciones...


jueves, 13 de agosto de 2009

Palabras (I)

Cuando tenía 17 años me obligaron a leer en el instituto "Campos de Castilla", el libro de poemas más famoso de Antonio Machado. No sé si debió ser por la edad pero, en general, me aburrió bastante... con una excepción: Una serie de poemas dedicados a Leonor, la joven esposa del poeta que murió de tuberculosis más o menos con la misma edad que yo tenía cuando me estaba leyendo el libro. De manera especial me atrajo la atención uno de estos poemas, "Allá, en las tierras altas", cuyo título se refiere a la primera frase de la primera estrofa de dicho poema. Es tal el dolor que transmite el poeta en tan pocas palabras, que no puede menos que sobrecogerle el corazón al lector en un instante. Un dolor que se refleja claramente en la descripción del paisaje; un dolor de un hombre cuya mente va y vuelve del pasado al presente y del presente al pasado, como en un flashback, de manera casi instantánea; un dolor cargado de desesperanza. En definitiva, el dolor del duelo.

Me gustó tanto el poema -y me sigue gustando-, que a pesar de lo soporífero que me resultaba el resto del libro, éste no podía dejar de leerlo una y otra vez, una y otra vez... Y quiso además la casualidad que los astros se conjugaran de tal manera, que el día del examen de selectividad, en la opción A de la prueba de "Lengua castellana y Literatura", nos cayera un autor de la Generación del 98, que para colmo, resultó ser un poeta y, mejor aún, resultó ser Antonio Machado. Y no solo eso; además el poema resultó ser "Allá, en las tierras altas".
Vamos, que me tocó la lotería.

En aquel examen saqué la nota más alta de toda la selectividad: 9,3 (sobre 10). Han pasado ocho años de aquello y todavía no me lo creo...

Aquí os dejo con el poema. Espero que lo disfrutéis tanto como yo. O al menos, un poquito:


ALLÁ, EN LAS TIERRAS ALTAS

Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros

y manchas de raídos encinares,

mi corazón está vagando, en sueños...

¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?

Mira el Moncayo azul y blanco; dame

tu mano y paseemos.

Por estos campos de la tierra mía,

bordados de olivares polvorientos,

voy caminando solo,

triste, cansado, pensativo y viejo.




miércoles, 5 de agosto de 2009

Genial presentación.


Hay veces que hasta una simple presentación, un "Hola, soy Mengano", puede convertirse en una ingeniosísima columna de periódico. Buena muestra de ello es la publicada ayer en el diario catalán Avui (04/08/09) por Bibiana Ballbè. Un ejemplo redondo del mejor periodismo literario. No necesita más.

El artículo orginal lo podéis ver en este enlace.

La traducción al español la pongo aquí debajo (aunque no necesita casi traducción). El único problema que presenta son algunos nombres propios, especialmente para los que me leéis desde América Latina. Pero espero que entendáis la esencia.

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"NO SOY EMPAR

(en referencia a Empar Moliner, la articulista habitual)

Hola, buenos días. Dejen que me presente: soy la margarina de la mantequilla. La sacarina del azúcar. El chocolate del sexo. Soy el Rajoy de Aznar, el Mas de Pujol, el Puigcercós de Carod o el Joan Herrera de Saura. Con una pelota entre las piernas también podría ser el Ibrahimovic de Etoo; con un buen peinado, el Cristiano Ronaldo de David Beckham, y con un micro entre las manos podría ser el Pere Escobar de Barnat Soler. O al revés: con una cámara delante podría ser el Bernat Soler de Pere Escobar. De hecho, dentro de la pequeña pantalla podría ser mucha más gente: el Xavi Coral de Albert Om, el Carles Prats de Xavi Coral y el Xavier Bosch de Xavi Coral. O el Berto Romero de Andreu Buenafuente, la Pilar Rubio de Patricia Conde y el Alberto Casado de Ángel Martín. En frecuencias moduladas y entre ondas radiofónicas soy la Núria Riquelme de Jordi Basté, la Neus Bonet de Antoni Bassas y el Manel Fuentes de Neus Bonet. Y todavía en los medios, pero ahora en la prensa escrita, les doy un par de pistas más: soy la Pilar Rahola de Baltasar Porcel, la Patrícia Gabancho de Vicenç Villatoro y el Matthew Tree de Iu Forn. También les podría decir que soy la sangría del vino, la segunda residencia de la primera, los pantalones cortos de los largos y las chancletas de las zapatillas. Y ya que hablamos de moda, también podría ser el Karl Lagerfeld de Coco Chanel o la Donatella Versace de Gianni Versace. ¡Ah! Y la Angelina Jolie de Jennifer Anniston. También soy el DVD del VHS, el iPhone de la Blackberry y el Twitter del Facebook. El Stieg Larsson 2 del Stieg Larsson 1, y el Stieg Larsson 3 del Stieg Larsson 2. Soy el gato de la liebre, o las cuatro pesetas del duro. Y aunque tan solo sea por dos semanas, soy la Bibiana de Empar. Su sustituta."

martes, 4 de agosto de 2009

Tribulaciones jamoneras

En un país donde los jueces se creen Dios pero comenten tremendos errores humanos; donde la izquierda roba y se hunde, pero en cambio la derecha, si roba, soborna, engaña, compra y vende, es perdonada y premiada con réditos electorales y archivos de causas judiciales; donde no dimiten los políticos; donde los ERE's están a la orden del día y la tasa de paro bate el récord de Europa; donde la clase empresarial insiste en que el despido libre es la panacea a todos los problemas a pesar de que ellos jamás han pensado en recortarse el sueldo o sus beneficios; donde unos locos asesinan personas en nombre de un abstracto concepto de patria y los hipócritas matan culturas y lenguas en nombre de otro concepto llamado España; donde la palabra "libertad" ha perdido su sentido original; donde la catalanofobia se ha convertido en una xenofobia sutil y amplimente aceptada; donde el toro se ha transformado en una estúpida seña de orgullo nacional mientras que se le sigue torturando en las plazas; donde la Monarquía se considera un adelanto y la República un atraso; donde los nuevos dioses cobran cantidades vegonzosas y vergonzantes de dinero cuando los ficha un nuevo equipo de fútbol; donde la Iglesia Católica, supuestamente al lado de los niños, echa la vista gorda ante los abusos de sus curas; donde esta misma Iglesia ataca a las mujeres por luchar por sus derechos y a las familias, a las que dice defender, si éstas se atreven a sacar los pies del tiesto heterosexual, tradicional y Ppero (*); donde las víctimas son de primera, de segunda, de tercera o de cuarta categoría dependiendo de si han muerto en un atentado de determinado grupo terrorista, de otros grupos terrositas, de accidentes de avión o de acidentes en la carretera; donde lo único importante es el pan y circo; donde los noticieros de la televisión viven de sucesos y fútbol; donde la mentira es el pan nuestro de cada día; donde los grupos de neonazis se pasean tan campantes por las calles sin apenas represalias policiales; donde unos son santos y otros son demonios; donde no existe el mismo rasero; donde siempre la pagan los más pobres y débiles mientras que los ricos se salen con la suya; donde se explota a los becarios aunque estén licenciados y ya tengan "los cojones negros"; donde la investigación científica se valora poco y la cultura todavía menos; donde no importa saber escribir bien o el interés por los libros; donde se critica el cine propio no por lo que es, sino por lo que no es; donde sus habitantes hablan fatal otros idiomas extranjeros y, a veces, hasta alardean de ello; donde las políticas sociales están a la cola de Europa; donde los jóvenes no se pueden independizar hasta los treinta y pico y reproducirse hasta los treintaitantos; donde la especulación se ha comido las costas sin piedad y los responsables no han sido castigados y donde dicha especulación calcina hectáreas y hectáreas de naturaleza cada año; donde el precio de los pisos, aunque baje, nunca será proporcional a los ingresos de las personas que los pagan y donde dichos ingresos nunca van a subir lo suficiente para compensarlo. Un país en el cual, en definitiva, apesta vivir si no fuera por algunos de los pocos placeres que a veces nos provoca y que hacen que cuando estás lejos, eches de menos el suelo de esta tierra llamada España: Se trata del jamón.

Sí señores, el jamón serrano -junto con el aceite de oliva- es el producto nacional por antonomasia y una de las pocas cosas en la que coincidimos la mayoría de la población española (y quien dice española, dice también vasca, gallega y catalana). Porque por alguna extraña razón, cuando viene alguien de fuera y osa a cuestionar las exquisiteces de este manjar, sacamos las garras, saltamos como fieras y tras devorarnos al guiri de turno, nos rasgamos las vestiduras.

Hasta hace unos pocos días servidora no había caído en este pequeño detalle, pero el viernes pasado una amiga escocesa le hizo ver la luz:

- ¿A tí te gusta... el jamón? -Preguntó en un susurro casi inaudible.
- ¿A mí?, ¿por qué no me iba a gustar?, claro que me gusta.
- Pero... ¿y qué opinas de que a alguien no le guste? -Dijo dubitativa.
- ¿Ein?
- Sí, ¿te molesta?
- ¿Por qué me iba a molestar?
- Ah, ¿no te molesta?
- No.
- ¡Pues entonces eres una persona con la mente muy abierta!

Que decir que a mí esto me dejó más que desconcertada. ¿Con la mente muy abierta?, ¿por qué?, ¿qué hay de malo en que a alguien no le guste el jamón?, pregunté. Y fue entonces cuando lo entendí:

- Es que a los españoles, si se os dice que a uno no le gusta el jamón, os ponéis como fieras.

Cierto. Y cuando me explicó las razones de por qué había extranjeros a los que no les gustaba o, al menos, no les apasionaba el jamón, yo casi me la como. Porque sí señores, el jamón es una cuestión sagrada, un símbolo patriótico mucho más fuerte y más arraigado que el idioma, la bandera, el toro de Osborne o las fronteras.

El jamón y el aceite de oliva, claro.

(*) Ppero = Palabra con connotaciones negativas que es utilizada por la izquierda española y los nacionalismos catalán, vasco y gallego para designar a los votantes del Partido Popular (PP).