sábado, 20 de diciembre de 2008

Long Lasting VS Fresh Milk

Estando en Escocia le cogí el gusto a una costumbre muy británica: Tomar el té con leche y miel; así que el otro día, para desayunar, decidí preparme una taza de mi gran "descubrimiento". Pues bien, supongo que siguiendo una relación de ideas me puse a pensar en una de las grandes diferencias culturales que existen entre los británicos y nosotros, aparte de las moquetas, la costumbre de abrigarse poco, los litros de cerveza en vena y la obsesión por los productos ecológicos y dietéticos. Se trata que ni más ni menos que de la leche fresca. Porque... ¿alguien puede explicarme qué tienen contra la leche pasteurizada, a la que por cierto simplemente llaman long lasting (de larga duración)?

Hagamos un repaso histórico para memorias jóvenes como la mía: Yo recuerdo que cuando era una cría (debía tener menos de diez años, seguro) hubo una temporada en la que no hacía más que repetirse por la televisión un anuncio sobre los beneficios de beber leche pasteurizada. Aunque no estoy segura de ello creo que era un anuncio institucional, algo así como el "Póntelo, pónselo" de los condones; un anuncio de un estilo muy propio de los gobiernos socialistas. Lo que mejor recuerdo de dicho anuncio es precisamente el mensaje: para no coger enfermedades terribles y tener buena salud, usted ha de beber siempre leche pasteurizada. Y caló, porque a partir de ese momento casi no se volvió a probar la leche fresca en España. Desde entonces ya solo es cosa de pijo-progres pseudo-alternativos. Quizás podría considerarse una de las campañas de publicidad más efectivas, junto con la del tetrabrick.

En fin, pues el caso es que parecía que habíamos progresado, que habíamos dado un paso más, que esto nos acercaba un poco más al primer mundo... y a Europa, por supuesto.

Pero que decepción, años después, al llegar a la Gran Bretaña. La gente bebe y bebe leche fresca (y beben MUCHA) y parece que nunca les pasa nada. No se cogen enfermedades terribles, que es lo que a mí se me quedó grabado de aquel anuncio. Ni siquiera alguna cagalera de vez en cuando. O al menos no lo dicen... o al gobierno no le importa. ¿Por qué?, ¿dónde está el fallo: en ellos o en nosotros?, ¿somos nosotros muy exagerados o es que los británicos son unos inconscientes?, ¿y qué pasa en el resto de Europa?, ¿será ésta una de esas cuestiones que responden más a razones antropológicas o sociológicas que a las estrictamente nutricionales y sanitarias?

Lo que me lleva a otra reflexión: ¿Por qué cuando compras un paquete de carne en el Reino Unido le ponen la banderita de turno -ya sea la Union Jack, o la escocesa, la inglesa, la galesa o la irlandesa- para demostrar que es garantía de calidad?, ¿es que ya nadie se acuerda de las "vacas locas"?, ¿por qué ese orgullo patrio en los alimentos?, ¿y cuánto pesan los motivos económicos?

Quizás no sea demasiado relevante, pero los productos que se venden en un supermercado nos pueden hacer grandes revelaciones sobre la cultura, los usos y y las costumbres de un pueblo.

Otro de los grandes referentes, probablemente, sea la televisión.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

¡Felicidades, eurodiputados!


Muy bien. Me encanta celebrar este tipo de noticias. Parece que de momento no hemos perdido del todo la cabeza. Desde luego, nuestros eurodiputados se han ganado el sueldo... y no solo los de izquierdas:




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martes, 16 de diciembre de 2008

Cómo tocarle las narices a una camarera

No sé si clasificar esto en el grupo "anécdotas graciosas sobre la crisis económica", pero reirme, me reí un rato el otro día. Fue una estampa muy ilustrativa:

El caso es que fui con un par de amigos a una cafetería de una marca chocolatera muy famosa, que está en pleno centro de Madrid, donde por cada tacita te sacan un ojo de la cara más un riñón y un pulmón. Yo hubiera ido a un sitio más como yo, más humilde... o por qué no decirlo, más cutre y más de barrio; pero no lo decidí yo, así que acabamos allí (y me invitaron, con lo cual no estuvo nada mal).

Pues la cosa es que vino la camarera a tomarnos nota y tras pedirle cada uno lo suyo, va y pregunta: "¿alguna cosa más?", y una amiga mía contesta: "sí, un vaso de agua, por favor". Al cabo de un momento viene a traernos lo que habíamos solicitado pero sin vaso de agua. ¡Vaya!

Después de un buen rato, tras habernos tomado y requetechupado nuestras respectivas tazas, como seguíamos con nuestros culos pegados a los asientos y el lugar estaba a tope, empezaron las miraditas de reojo hacia nuestra mesa, y yo les dije a mis amigos: "en breve nos van a venir a echar, ya lo veréis".

Pues efectivamente, un rato después llega la misma camarera y nos pregunta:

- ¿Desean alguna cosa más?
- No, gracias. -Digo yo.
- Sí, ¿nos trae la cuenta, por favor? -Dice el chico.
- Muy bien. -Responde la camamera.

Y entonces, justo antes de girarse para ir a por la cuenta, va y salta mi amiga, toda inocente ella y sin ninguna doble intención:

- ¡Ah sí!, sí que quería otra cosa...
- ¿Sí? -Responde la camarera, pensando que íbamos a seguir consumiendo.
- ¿Me puede traer un vaso de agua, por favor?

Ni qué decir que aquello quedó, como poco, ruin y tacaño (aunque no fuera la intención). Sobre todo teniendo en cuenta que los otros dos amigos que estábamos ahí soltamos una carcajada tremanda al instante. Pobre camarera. Pero eso sí, encuentro que fue muy representativo de la situación actual.